Golpean la puerta, mi mamá tararea. Vuelven a golpear, ella vuelve a tararear. Yo hago pis con la puerta abierta.
- Le quería avisar que venimos a trabajar.
Era hora, pienso.
- Pasen por ahí al costado.
Son los de la alarma: dos chicos de remera azul y pantalones largos. Son las 4 de la tarde y los 35 grados pesan. Tendrían que haber venido antes de Navidad, antes de que otros vieran la oportunidad, saltaran la reja y rompieran un vidrio. Pero vinieron hoy: 19 días después del fin del mundo. Tarde.
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